Creando mis miedos

"Pensar en nuestra muerte debería ser tan normal como pensar en nuestro nacimiento o cualquier otro acontecimiento de nuestras vidas."

Desde hace un tiempo atrás vengo reflexionando sobre este tema con la esperanza de dejar de temer un futuro que, de alguna manera, en algún momento va a llegar, quiera o no. Personalmente puedo atribuir estos miedos a varios factores, resaltando esta noche unos en especial que tuvieron relevancia no solo en este tema, sino en otros aspectos importantes de mi vida. 

En mi pasado, solía creerme, por decirlo de alguna manera, casi indestructible, como solo la juventud puede hacerte sentir. Aquella fue una de mis tantas máscaras de ego. ¿El porqué? Bueno, esa es una historia larga, pero la resumiré de la siguiente manera:

Todo comenzó cuando era niño. En ese entonces tuve varios problemas de salud que, por graves que fueran siempre resistí de tal forma que no parecían de importancia médica.  Conforme fui creciendo, mis habilidades atléticas y de fuerza se hicieron más evidentes con el desarrollo de mi cuerpo físico. Todo esto, junto con algunas otras experiencias, me llevó a creer que prácticamente ninguna enfermedad me afectaba, que era inmune a cualquier cosa y, sobre todo, que si me contagia de algo, tendría un impacto mínimo en mi salud. Realmente creía que tenía una especie de súper resistencia o algo similar. Curiosamente, durante poco más de 10 años, únicamente tuve que descansar una vez durante un par de días por una enfermedad. 

Al vivir con este pensamiento uno de verdad llega a creer la muerte es algo tan lejano, que no vale la pena preocuparse por ello y como consecuencia, la vida misma carece de sentido, haciendo que cualquier acción o pensamiento sea tomado a la ligera porque siempre hay un mañana en el cual se puede volver a intentar. 

Ha pasado mucho tiempo desde aquellos días y, como es normal, hoy ya no pienso igual. La vida me ha mostrado de muchas maneras que todo tiene un final. Ser humilde y reconocer entre otras cosas, que soy un ser frágil, ha hecho casi inevitable temerle a ese inevitable momento, pero, al mismo tiempo, la vida me ha enseñado el camino para transitar y superar ese evento de manera agradable. Personalmente, creo que no es el fin definitivo. 

De a poco dejar atrás todo ese ego ha sido un proceso liberador. Conocer mis capacidades y mis límites me ha permitido aprender a vivir de manera más consciente. Cuidarme adecuadamente, tanto física como mentalmente, hacer lo que me disfruto y meditar, me a ayudado a encontrar paz, y cada día siento que todos esos miedos se alejan un poco más.
Disfrutar de lo que tengo frente a mis ojos, sin preocuparme por el futuro, es una de las lecciones más valiosas que he aprendido.

Aunque el paso del tiempo, nuestras limitaciones, acontecimientos fuertes en nuestras vidas, pueden llegar a ser aterradores, también nos ofrece la oportunidad para reflexionar y aprender a vivir de una manera más adecuada y significativa. La vida misma es una etapa y pese a todo, tiene valor propio y belleza.





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