Desde mi otra vida

A partir de aquel sueño, mi corazón ha llevado tu esencia como un eco constante.

Fue una experiencia tan intensa que por un momento creí despertar en mis pesadillas. En aquel sueño, en aquel mundo, en aquella realidad a tu lado, la única emoción que importaba y que sentía era de amor. Un amor que iluminaba cada rincón de mi ser, me brindaba esa alegría y es paz por saber estás ahí para mí y yo para ti.

Fue como si te conociera desde siempre, como si nuestras almas hubieran estado conectadas en algún lugar del universo haciendo un viaje literal y simbólico. Un camino despejado, un sol tibio, el aire puro, tu sonrisa, tus besos y tus caricias me daban la certeza que me encontraba realmente en mí hogar.

Sin embargo, al despertar, lo único que encontré fue una cama vacía en una habitación solitaria. Te busqué entre la nada, con la desesperación que me consumía como un fuego voraz, solo para darme cuenta de que no estabas aquí, de que nunca lo estuviste. El miedo, la tristeza y la soledad se apoderaron de mi ser, como si una parte esencial de mi hubiera desaparecido.

Impulsado por el amor que viví en aquella vida y anhelo de encontrarte en esta, comencé una búsqueda sin mapa ni brújula, sin tener idea de quién eras, ni de cómo te llamabas. Leí innumerables libros, recorrí senderos desconocidos con la creencia de que el universo y su sabiduría guiara mi camino.

Un día, con la esperanza casi desvaneciéndose, al fin te encontré. Tus ojos, tu sonrisa al igual que tu nombre, se grabarían para siempre en mí memoria. Ahora ya nunca te volveré a olvidar.

Cada día me pregunto si nuestras vidas volverán a entrelazarse. Si el universo nos tiene reservada una época con una nueva oportunidad para escribir nuestra propia historia más allá de un sueño; tal vez en esta vida o quizá en la siguiente. Y aunque la respuesta aún es un misterio, mantengo la esperanza de que el destino nos reúna en el momento adecuado.

Mientras tanto, atesoraré tu recuerdo con cariño.

Con todo mi corazón,